A diario nos enteramos de nuevos fraudes y extorsiones a través del teléfono, la mensajería digital y las redes sociales. Estos delitos ocurren porque apelan a la necesidad más apremiante: el dinero. Es fácil caer en engaños y luego enfrentar problemas mucho mayores que la falta de liquidez original.
Los avances tecnológicos tienen incontables beneficios, pero tienen sus riesgos. Hoy somos testigos de todo lo mala que puede ser cualquier cosa que nació siendo buena. Por eso recomendamos que extremes precauciones cuando decidas solicitar financiamiento, crédito o préstamos a cualquier institución.
Para elegir una fuente de financiamiento que sea confiable, segura y profesional, verifica que cuente con dirección física, datos de contacto comprobables y suficiente información en Internet, preferentemente con presencia en medios reconocidos. Revisa si está regulada por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), la Comisión para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), la Asociación de Bancos de México (ABM), la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y cualquier otra entidad oficial.
Ten presente que ninguna institución legal de crédito te pedirá dinero para realizar algún trámite. Tampoco te pedirá contraseñas o accesos a tus cuentas. Hay que sospechar de todo y verificar, verificar, verificar.
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