Divide a los colaboradores de tu empresa en dos categorías principales: los que producen ingresos directos (como los ejecutivos de ventas) y los que no (como el personal administrativo u operativo).
En el primer caso, un sueldo base y una comisión atractiva suelen ser suficientes para generar compromiso en tu personal. En el segundo caso, un salario competitivo es todo lo que necesitas. Para ambas categorías debes contemplar las prestaciones de ley y alguna compensación adicional que fomente la productividad, como los bonos. Sin embargo, estas preguntas te ayudarán a definir si el sueldo de tus empleados es justo y adecuado:
· ¿Cuán importante es este empleado para mi negocio?
· ¿Cuánto vale su trabajo para mí? ¿Cuánto tiempo y esfuerzo me costaría hacerlo yo mismo?
· ¿En qué porcentaje colabora esta persona al éxito de mi empresa?
· ¿Cuán fácil es que este colaborador renuncie para buscar mejores ingresos?
· ¿Puedo prescindir del trabajo de este colaborador?
Las respuestas a estas preguntas te darán una guía precisa del valor real de tu nómina y quizá te lleven a tomar decisiones estratégicas. Además, el mercado y tus redes empresariales pueden darte referencias certeras de los montos máximos y mínimos para determinar los salarios.
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